Hoy se cumple el décimo aniversario de la inauguración de la Exposición Internacional de Zaragoza. Quienes la visitaron seguro que tienen algún recuerdo especial de esta cita y, con suerte, quizá recuerden el pabellón de Hungría, que destacaba por tener un enorme estanque donde a la gente le dio por lanzar monedas como si fuera la Fontana di Trevi. Pero lo que pocos saben es que todas esas monedas -nada menos que 117.418 unidades- fueron donadas a Aspanoa.
Imagen del estanque del Pabellón de Hungría durante la celebración de la Expo de Zaragoza.
Cuentan quienes vivieron ese momento que fue el comisario de este pabellón, József Gölöncsér, quien se percató en los primeros días de la Expo que había gente que estaba echando monedas al estanque. Así que se puso en contacto con el Ayuntamiento de Zaragoza, y en concreto con la por entonces concejal de Cultura Pilar Alcocer, para decirle que quería donar la recaudación a alguna ONG aragonesa. Alcocer le debió de mencionar varias opciones y finalmente el comisario se decidió por Aspanoa. Días después se colocó una placa en el pabellón indicando que todas las monedas se donarían a la lucha contra el cáncer infantil en Aragón.
Esta anécdota es poco conocida, pero menos aún el procedimiento que se siguió para contar las casi 120.000 monedas. El 13 de septiembre, un secretario de Estado de Hungría y el propio comisario hicieron entrega de las monedas a Fernando Giménez, por entonces vicepresidente de Aspanoa, en 19 sacos enormes. En el acto también estuvieron el gerente de Aspanoa Antonio Rodés -recientemente fallecido- y Juan Carlos Acín, actual gerente de la Asociación y por entonces vicesecretario de la Junta Directiva. Tocaba hacer el traslado -que se hizo en varios coches- y comenzar un recuento que se prolongó casi un mes.
“Desplegamos unas telas viejas en el sótano de la sede de Aspanoa en Zaragoza y pusimos todas las monedas allí. Estaban herrumbosas, mohosas, de un color verde… Habían estado tres meses bajo el agua. El hedor que desprendían era horrible. Y nos reunimos unos 20 voluntarios para clasificarlas. Tuvimos que ponernos mascarillas y todo”, recuerda Miguel Casaus, presidente de Aspanoa.
Las monedas estaban en tan mal estado que se dio por hecho que ninguna entidad financiera las aceptaría, así que se tuvo que recurrir al Banco de España. “Los céntimos estaban hechos polvo y como la mayoría era imposible reutilizarlos, en algunos casos el Banco de España, que se portó fenomenal con nosotros, decidió contarlos a peso”. La Asociación aún guarda la relación de monedas recogidas: 16.142 monedas de 1 céntimo; 16.035 de 2 céntimos; 24.644 de 5 céntimos… “En total, salió una recaudación de algo más de 19.000 euros. El esfuerzo mereció la pena”.
Terminado este proceso, Antonio Rodés se encargó de ir llevando en coche las monedas ya clasificadas en sacos grandes al Banco de España, en un proceso que se prolongó del 6 al 21 de octubre.
Un grupo de niños y familias de Aspanoa en la visita que se realizó a la Expo el 5 de septiembre de 2008.
No fue esta la única colaboración del Pabellón de Hungría con Aspanoa. El presidente del país, Laszlo Solyom, invitó a la Asociación al acto que se celebró con motivo del día de Hungría en la Expo. Y, además, un grupo de 49 niños y padres de Aspanoa visitaron el Pabellón el 5 de septiembre de 2008.
“Qué recuerdos”, se ríe el actual gerente de la Asociación, Juan Carlos Acín, quien también indica que había tantas monedas en el estanque que la organización del Pabellón de Hungría iba sacando algunas de vez en cuando al percatarse de que había algún visitante que le daba por meter la mano en el agua y llevarse unas cuantas a casa.