Nacho Monteagudo es un zaragozano de 34 años. Enfermero de profesión, empezó a conocer Aspanoa cuando, en 2015, estuvo trabajando en la zona de las punciones lumbares del Hospital Infantil Miguel Servet. Desde entonces no ha parado de colaborar y, pese a que ahora está en Quirófanos, acude cada dos miércoles a jugar con los críos y también echa una mano con las mesas informativas.
Siempre parece que el trabajo en las mesas informativas no luce demasiado. Pero es también importantísimo para dar a conocer Aspanoa y, si hay suerte, hacer algún socio.
Creo que la clave es ser simpático, ser uno mismo y hablar con total sinceridad a la persona que te viene a solicitar información. Nosotros no vamos a buscarlos, solo damos información a los que nos preguntan. Por ejemplo, cuando estoy en la mesa para los conciertos del kiosco de la música del Parque Grande en primavera, me hace mucha gracia que la pregunta más repetida es si se puede entrar gratis. Y les dices que claro que sí, que adelante.
¿Por qué decidiste hacerte voluntario de Aspanoa?
El cáncer es una enfermedad muy dura. Pero cuando le toca a un niño es especialmente injusto, también para sus padres. Siempre había tenido una espinita clavada por no haber hecho voluntariado. Había mirado alguna cosa, pero no me terminaba de convencer. Entonces se dio la casualidad de que, cuando estuve en la zona de las punciones lumbares, fui haciendo mucha amistad con los niños y sus padres. Pero, en parte, seguía siendo trabajo. Así que no me lo pensé. Pregunté, me pusieron en contacto con Estela -la responsable del Voluntariado de Aspanoa (voluntariado@aspanoa.org)- y empecé a colaborar. La experiencia está siendo buenísima.
Nacho tiene mucha fama en el Hospital. ¿Por qué?
(Se ríe). Bueno, los niños, aunque estén enfermos, siguen siendo críos. Lo que quieren es jugar. Al poco de empezar, otro voluntario, Dani, me dijo que los niños me iban a enseñar mucho más a mí que lo que yo podía ofrecerles. Y es verdad. Tú te llevas un gran aprendizaje y, además, te sientes genial viendo el cariño que te cogen los padres, sacando una sonrisa a un crío…
¿Qué juegos son los que más triunfan?
Cada niño es distinto. Pero es verdad que tienen mucho tirón las consolas. Yo era un desastre al principio porque no sabía ni montarlas. Es que nunca he tenido consolas en casa. Y me tuvieron que enseñar los niños a poner cada cable. Los videojuegos de fútbol funcionan muy bien. Echamos muchas partidas. También con los padres. Ellos necesitan igualmente desconectar un poco, tener un pequeño tiempo de ocio… Y luego también tiene mucho tirón un juego en el que hay que hacer una torre con barritas de madera. Hay que tirar un dado, te sale un color y tienes que empezar a quitar las barritas de ese color intentando que no se caiga la torre. Con ese juego nos hemos pegado timbas divertidísimas.
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