Lourdes Albero es una zaragozana de 50 años que lleva ya casi tres años y medio colaborando con Aspanoa. Todos los martes por la tarde consigue hacer un hueco entre sus muchos quehaceres diarios -tiene dos hijas y es copropietaria de una empresa de distribución- para dedicarle ese tiempo a los demás. En concreto, participa en el grupo de talleres, donde una docena de voluntarios preparan la decoración que se lleva a Oncopediatría.
Lourdes, ¿por qué decidiste hacer voluntariado en Aspanoa?
El cáncer me ha tocado muy de cerca, porque tanto mi madre como mi hermana fallecieron por esta enfermedad. A Aspanoa la conocía del partido de fútbol y quizá por tener dos hijas me apetecía más ayudar a la infancia. De hecho, soy socia desde hace muchos años de dos o tres ONGs que ayudan a niños.
Cuéntanos qué hacéis un día normal en el grupo de talleres.
Nos reunimos dos horas e ideamos la decoración que vamos a llevar al Hospital Infantil. Normalmente nos basamos en la estación del año en que estamos (otoño, primavera, invierno y verano) y también en fechas señaladas, como Halloween, Navidad, Carnaval o las fiestas del Pilar. Y entre todas vamos pensando la decoración. Buscamos ideas por internet, nos repartimos el trabajo de elaboración de las manualidades y, por último, vamos a Oncopediatría, retiramos la decoración que estaba y ponemos la nueva.
La verdad es que sois unas artistas.
El ambiente es genial. Todo el mundo es muy majo y agradable. Y es verdad que hay personas que hacen cosas majísimas. Con muy pocos materiales, elaboran manualidades fantásticas. Es muy satisfactorio saber que esa decoración va a alegrar un poco el día a día de los niños que están ingresados, sobre todo porque la parte más importante se pone en la sala donde ellos juegan habitualmente.
¿Qué significa el voluntariado para ti? ¿Se lo recomendarías a otras personas?
Sin duda. Yo creo que el voluntariado te llena como persona, te humaniza. Cuando vengo a Aspanoa, dejo de pensar en mí, en mis problemas y en mis cosas, y solo pienso en los demás. Creo que esto te acerca a la realidad porque muchas veces estamos metidas solo en nosotras mismas, corriendo, haciendo todo deprisa, de forma programada, que casi pareces una máquina. Además, te hace sentirte bien. Es un beneficio doble: ayudas a otras personas y, al mismo tiempo, te sientes bien contigo misma por haber aportado tu granito de arena.