Gabriel Tirado Anglés (Zaragoza, 1974) es vicepresidente de Aspanoa desde mayo de 2017. Médico de profesión y padre de dos hijos, uno de ellos afectado, es uno de los nuevos rostros de la Asociación. En la última Asamblea de Socios, la Junta Directiva se renovó incorporando a padres jóvenes con el objetivo de afrontar una transición en los próximos años.
¿Por qué decidiste incorporarte a la Junta Directiva de Aspanoa?
Cuando me tocó estar en el Hospital Infantil como familia afectada, vi desde el primer momento la gran labor que realizaba Aspanoa. La Asociación me solicitó después que colaborara y me sentí en la obligación de devolver toda esa ayuda y cariño que nos dieron los profesionales de Aspanoa y sus voluntarios. Ahora que estoy dentro, cada vez me siento más a gusto y más útil. Y me he reafirmado más si cabe en el gran trabajo que se hace y en lo bien que está gestionada la Asociación.
Gabriel Tirado, vicepresidente de Aspanoa, es padre afectado y médico de profesión. Foto: Tino Gil
Este 2018, Aspanoa afrontaba un reto enorme: empezar a invertir en ciencia.
Una vez que las necesidades de los niños y sus familias están notablemente cubiertas en términos de apoyo psicológico y social, actividades de ocio y tiempo libre o rehabilitación de secuelas, entendíamos que era el momento de dar un paso adelante. Apenas hay investigación contra el cáncer infantil porque el número de afectados es afortunadamente inferior al de adultos. Con una tasa de supervivencia en España del 78%, nos sentíamos en la obligación de impulsarla para que, entre todos, alcancemos lo antes posible el 100% de curación. Gracias a la solidaridad de los aragoneses, este año hemos puesto en marcha las dos primeras investigaciones contra el cáncer infantil de la historia de Aragón, con una inversión global a cinco años de 260.000 euros.
¿Qué objetivos a corto plazo afronta Aspanoa?
Nuestro compromiso es seguir destinando 60.000 euros al año a investigación y poder ir aumentando esta partida paulatinamente para lanzar convocatorias más potentes. Para ello es fundamental que continúe el apoyo de los aragoneses y que más empresas se sumen a nuestra causa. Por otro lado, también vamos a destinar 30.000 euros al año a proyectos de formación, humanización y mejora de la calidad asistencial en el ámbito de la Oncopediatría aragonesa. La Unidad está muy bien considerada a nivel nacional, pero queremos que sea una referencia y que los médicos MIR quieran venir a Zaragoza porque, gracias a Aspanoa, van a tener posibilidades de especializarse y crecer. Que los profesionales estén bien formados es fundamental para el mayor éxito de los tratamientos y para evitar derivaciones a otras comunidades autónomas.
Un reto también muy importante es el medio rural.
Antes decía que los servicios que prestamos a niños y familias están muy cubiertos durante la etapa hospitalaria. Pero en el postratamiento, cuando se regresa a casa, ocurre que algunas familias tienen dificultades para recibir apoyo especializado porque se encuentran a mucha distancia, especialmente en ciertas zonas de las provincias de Huesca, Zaragoza y Teruel. Creemos en la vertebración del territorio y queremos que, en la medida de lo posible, estas familias se sientan atendidas como si estuvieran al lado de Hospital. Para ello este 2019 vamos a contratar a un psicólogo que se encargará de cubrir esta necesidad, articulando el servicio poco a poco.
Y para ello entiendo que será fundamental la participación de las familias.
Sí. Aspanoa somos todos los padres afectados. Y para que este nuevo servicio en el medio rural funcione, necesitamos que las familias de esas zonas se vuelquen. Queremos una asociación todavía más participativa, que los padres y los supervivientes se acerquen a la Junta y a los profesionales para sumar fuerzas y multiplicar resultados. Estamos en un momento de crecimiento y transición. De hecho, entre nuestros objetivos está que Aspanoa sea un referente a nivel autonómico en asociacionismo, participación, buena gestión y transparencia. Ya lo es, pero queremos insistir en ello y concienciar a la sociedad de que debe ser exigente con su solidaridad, al igual que vigila a qué se destinan sus impuestos. Es la única manera de evitar que surjan fundaciones o asociaciones fraudulentas, como desgraciadamente hemos visto en las noticias en los últimos años.