DESCUBRE EL VOLUNTARIADO EN ASPANOA>>
Marta Carbonell está a punto de cumplir un año de voluntaria en Aspanoa, una labor que compagina con su trabajo en el departamento de calidad y seguridad alimentaria de una empresa en Ejea. Nacida en Tauste hace 33 años, es licenciada en Veterinaria por la Universidad de Zaragoza y, ahora que vive en la capital aragonesa, ha encontrado un hueco para colaborar en la lucha contra el cáncer infantil, algo que siempre había querido hacer.
Marta, ¿por qué decidiste hacerte voluntaria de Aspanoa?
Tengo un vínculo especial con esta Asociación desde pequeña, porque un amigo mío de la infancia estuvo enfermo. Sus padres son muy amigos de los míos. Y, aunque por desgracia finalmente falleció, tengo muy buen recuerdo de Aspanoa. Para mí, desde niña, el partido de Aspanoa ha significado mucho. Era un día de fiesta, algo muy especial, porque siempre bajaba con mis padres y mi hermana desde Tauste, íbamos al partido de fútbol, comíamos fuera y pasábamos el día por aquí. Y, claro, siempre he ido siguiendo la labor de Aspanoa. Lo que pasa es que al vivir en Tauste no era fácil colaborar y ahora que resido en Zaragoza estoy muy contenta de poder hacerlo.
¿Cómo ha sido tu primer año? Aunque ha ido mejorando todo, la pandemia aún afecta.
Empecé en septiembre y la primera actividad fue la visita de los cabezudos a la sede para las fiestas del Pilar. Fue muy divertido. Los primeros meses todavía no se podía ir al Hospital por el covid, pero parecía que pronto se iba a poder volver, como finalmente ocurrió, así que al principio estuvimos preparando juegos en la sede, luego yendo al Hospital a dejarlo todo listo y ya a principios de año empezamos a estar con los chicos.
¿Qué tal lo estás llevando? Tiene que ser gratificante a la vez que complejo, ¿no?
Sí. Es cierto que hay momentos que te impactan, sobre todo las primeras veces. Pero, cuando salgo de Oncopediatría, siempre me voy con una buena sensación y con las pilas cargadas. Ellos te acaban aportando mucho más con sus sonrisas y su alegría y te enseñan a valorar lo realmente importante.
¿Hay algo que te haya llamado especialmente la atención?
Quizá, para mí la parte más dura es verme reflejada en esos padres tan jóvenes, que perfectamente podría ser yo, o mi hermana o mi prima. Pero luego ves a los chicos con esas ganas, con su inocencia… Que se ponen a jugar contigo fingiendo que ellos son los médicos y tú la paciente, haciendo como si te van a sacar sangre o ponerte una vía, con total naturalidad. Es que, claro, es lo que han vivido y están viviendo. Yo no sabía, por ejemplo, que había una Barbie sin pelo hasta que llegué al Hospital, ni se me había ocurrido que existieran, pero es una forma de normalizar la situación.
¿Recomendarías ser voluntaria de Aspanoa?
Sí. Tiene que haber personas que hagan esta labor, da igual que sea este tipo de voluntariado u otro. Todos tenemos trabajo y gente que atender, pero si te organizas y tienes ganas, consigues sacar tiempo para dedicárselo a los demás. Y con un poco de cada uno se acaba ayudando a muchas personas.
Por cierto, qué maravilla de evento organizaron este año en Tauste a beneficio de Aspanoa a través de los padres de un niño nuestro. Estuviste allí en la mesa informativa. ¿Qué tal la experiencia?
Fue un día genial. Se volcó todo el pueblo. Yo no tengo mucha experiencia en eventos de Aspanoa, pero Angelines que estaba allí y ha estado en muchos me dijo que era algo espectacular. La verdad es que fue un día muy especial, en la que cada uno aportó lo que pudo: pulseras, tapas, gorras… En fin, estuvo muy guay en todos los sentidos.